viernes, 23 de octubre de 2015

Blade Runner Ciencia Ficción - Androides - Automatas y Peliculas

Blade Runner o el cuestionamiento del ser "humano": Un jalón en la historia de la ciencia-ficción cuyo tema primordial es el impreciso límite entre lo natural y lo artificial. La película propón inconvenientes eternos –la vida y la muerte, el correr del tiempo, la rebelión contra el destino…– protagonizados por hombres que habitan en el caos deshumanizado de las grandes metrópolis.

La década de los ochenta supuso la maduración terminante de la ciencia ficción cinematográfica merced a un puñado de realizadores con talento que supieron trascender la apergaminada imagen del futuro que tan con frecuencia había lastrado el género en su vertiente visual. Para esto contaron con el apoyo del éxito que consiguió “Star Wars” (mil novecientos setenta y siete), éxito que probó que la ciencia ficción podía ser rentable alén de lo que nunca hubiese soñado absolutamente nadie. Fueron exactamente las perspectivas de ganancia las que actuaron de acicate a fin de que los de forma tradicional conservadores estudios de Hollywood dieran mayores presupuestos a esos directivos valientes que, sirviéndose de las posibilidades que brindaban los nuevos efectos singulares, cambiaron por siempre la imagen que el público tenía de la ciencia ficción: George L., Steven Spielberg, James Cameron, Ridley Scott y otra larga lista de realizadores de menor empaque.

La lista de largos de ciencia ficción estrenados entre mediados de los setenta y mediados de los noventa sería larguísima, mas al tiempo magra en títulos que puedan ser calificados como “relevantes” de cara al desarrollo del género. En gran medida esto es de este modo por la íntima asociación entre la Ciencia Ficción “visual”, esto es, cinematográfica y televisiva, y el Fandom, que hace que la mayor parte de películas del género (aun las poco esenciales, aquellas que pierden dinero o bien son mal recibidas por la crítica) hayan creado a su alrededor un microclima cultural en la que son discutidas y analizadas por entusiastas rendidos que favorecen su extensión por medio de otros formatos. La omnipresencia de internet ha simplificado y facilitado esta producción cultural paralela.

Hay 3 películas que sobresalen por su calidad y también repercusión, con independencia del fanatismo de los apasionados o bien su éxito comercial: “Star Wars”, “Alien” (mil novecientos setenta y nueve) y “Blade Runner” (subtitulos), todas y cada una estrenadas en el corto periodo que va de mil novecientos setenta y siete a mil novecientos ochenta y dos. Cuarenta años después, las bien diferentes peripecias de Luke Skywalker, Ellen Ripley y Rick Deckard sostienen plena vigencia en la cultura popular. Al paso que obras del mismo periodo, como “Encuentros en la Tercera Fase”, “E.T.” o bien “Mad Max” son el día de hoy vistos con el complaciente filtro de la añoranza, las 3 películas ya antes citadas no han perdido un ápice de su fuerza. De “Alien” ya charlamos en una entrada anterior; de “Star Wars” lo vamos a hacer algún otro día. Veamos esta vez el motivo “Blade Runner” prosigue el día de hoy en la boca de todos.



Philip K.Dick fue un escritor tan fecundo como ofuscado por cuestiones sobre las que volvía una y otra vez en sus libros, sobre todo el cuestionamiento de lo que aceptamos como realidad: sus personajes de forma frecuente no podían estar seguros de lo que era real o bien no, o bien descubrían que sus vidas transcurrían en elaborados mundos virtuales (ver, por servirnos de un ejemplo, “Ubik” o bien “Laberinto de Muerte”). Sus prácticamente cincuenta novelas y cientos y cientos de relatos, frecuentemente con un espeso contenido sicológico y social, son muy frecuentemente tan sorprendentes y complejas como confusas, lo que le valió el reconocimiento del campo más cultista de la Nueva Ola que surgió en la ciencia ficción a mediados de los sesenta. 

Por este motivo resulta chocante que hoy se haya transformado en el escritor del género más amoldado a la enorme pantalla. Eso, claro está, hasta el momento en que examinamos las películas que han tomado sus novelas y relatos como base y nos percatamos de que aquellas han sido absolutamente filtradas y suavizadas ya antes de lograr las salas de cine. Ello no pareció incordiar al escritor: en mil novecientos ochenta y uno, ya antes del estreno de “Blade Runner”, Dick escribió a un ejecutivo del estudio: “El impacto de “Blade Runner” será simplemente apabullante”. Llevaba razón, si bien su predicción tardaría ciertos años en hacerse realidad.


Un día como hoy nacía el físico Felix Bloch

Felix Bloch nació el veintitres de octubre de mil novecientos cinco y murió el diez de septiembre de mil novecientos ochenta y tres, fue un físico suizo que trabajó esencialmente en los E.U. y que consiguió el Premio Nóbel de Física en mil novecientos cincuenta y dos. Natural de Zúrich (Suiza), estudió allá, en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich. Si bien estudió primero ingeniería, pronto cambió a los estudios de física. Tras mil novecientos veintisiete, siguió sus estudios de física en la Universidad de Leipzig, consiguiendo el grado de doctor en mil novecientos veintiocho. Continuó en Alemania, en donde estudió con sus pares Werner Heisenberg, Wolfgang Pauli, Niels Bohr y E. Fermi. En mil novecientos treinta y tres, dejó Alemania, y marchó a la Universidad de Stanford en mil novecientos treinta y cuatro. 



Adoptó la nacionalidad estadounidense en mil novecientos treinta y nueve. A lo largo de la S. Guerra Mundial, trabajó en temas de energía nuclear en el Laboratorio Nacional de Los Chopos, ya antes de renunciar para unirse al proyecto de radar en Harvard. Fue premiado en mil novecientos cincuenta y dos, así como Edward Mills Purcell con el Premio Nóbel de Física por "el desarrollo de nuevos métodos en la medición precisa de efectos nucleares imantados."

Volver al Futuro.

El día de Volver al futuro pasó y ya nos quedó muy en claro que el veintiuno de octubre de dos mil quince de la vida real no se semeja demasiado al que nos presagiaba aquella querida película de la década del ochenta. La ciencia ha avanzado en algunas direcciones pero aún le falta bastante para alcanzar los logros que el profesor y McFly ostentan en la pelicula.

Y si bien los derechos editoriales para los cómics de esta franquicia los tiene IDW Publishing, es tal el alcance cultural y la popularidad de Back to the Future que la primordial editorial del rubro no pudo verse extraña y decidió honrar la data a su forma.


Marvel Comics publicó en su página oficial de Fb una imagen en donde se parodia/celebra el póster original de Back to the Future II. En la imagen podemos ver a 2 de los populares personajes de la editorial, Deadpool y Cable, posicionados como Marty McFly y el Doc Emmett Brown respectivamente, a puntito de abordar un... taxi, en vez del DeLorean del largo. Si quiere leer el comic Deadpool online te recomendamos esta web

Como los robots pueden ayudar a detectar enfermedades

Se trata del “Cyberplasm”, y es un hibrido construido con fibras musculares y microelectrónica de avanzada, que podría moverse por el interior del cuerpo, recogiendo datos y estudiando en detalle cualquier anomalía que pudiese hallar. Es un enano robot con forma de lamprea (animal alargado y escurridizo que se desplaza tal y como si fuera una serpiente, sobre el agua). Podría transformarse en un centinela sin reposo del humano, recogiendo datos y advirtiendo enfermedades, sin ningún género de peligro. Sus músculos son fabricados con tejido vivo y se nutrirían, de forma autónoma, convirtiendo la glucosa y el oxigeno, del mismo modo que lo efectúan las células. 



En el diseño del prototipo que llevan a cabo, el sistema electrónico de este pequeño robot es sencillísimo, proponiendo la posibilidad de ser conectado a las células vivas que elaboran sus diferentes músculos y los sensores sintéticos que captan los estímulos químicos y luminosos del ambiente. Todo estaría controlado por un cerebro electrónico que ordenaría los diferentes movimientos ondulatorios del dispositivo. Esta idea de contar con de microrobots para emplearlos en la medicina, supone un avance fundamental, en tanto que hasta el momento los prototipos que se vienen usando usan baterías y no son completamente autónomos.

La robotica en el bienestar de la vida humana

Entre los objetivos del avance tecnológico de los últimos tiempos ha sido el desarrollo de dispositivos que se semejen y se comporten como humanos. En mil novecientos veintiuno Karel Kapek propuso la idea de un auténtico hombre artificial, un robot, palabra derivada del checo “robota” que significa esclavo. Desde ese momento, particularmente desde los años cincuenta del pasado siglo, tras 3 generaciones de robots, la robótica ha evolucionado hasta lograr en diferentes ramas un elevado nivel de madurez: robots industriales, robots móviles con ruedas, robots con patas, prótesis médicas, micro-robots, con una enorme pluralidad de posibles y reales aplicaciones. No obstante, si bien los avances científicos y tecnológicos han sido muchos, aun no se puede charlar de sistemas realmente
 “autónomos” con capacidad de tomar resoluciones “inteligentes”.

Un conjunto de científicos, que ha empezado a trabajar en la creación de robots que aparentemente van a poder leer las ondas cerebrales de humanos, ha prometido que los primeros desenlaces los vamos a ver en diez años.
Semeja algo sacado de una cinta de ciencia ficción: están desarrollando una tecnología llamada “interfaz de máquina cerebral”, que dejará al usuario mandar órdenes a robots y otros dispositivos sin precisar producir comandos verbales ni de desplazar ni un dedo. El sistema relaciona las ondas cerebrales y los patrones de flujo sanguíneo de los usuarios, para determinar cuál es el movimiento físico que estarían prestos a efectuar en un instante dado.



a programación de los robots de Cornell y Delft es sencillísima, pues una gran parte del inconveniente de los controles se solventa a través del diseño mecánico del robot. El robot del MIT usa un programa de aprendizaje que aprovecha dicho diseño y deja que el robot se enseñe a si mismo a caminar en menos de veinte minutos. Exactamente su apodo, "Toller" (el término ingles para un pequeño pequeño que comienza a caminar) se deriva de su capacidad de aprender a caminar y la manera en la que lo hace.

Este modelo de robot es entre los primeros robots en usar un programa de aprendizaje y es el primero en caminar sin tener información anteriormente implantada en sus controles. Por si fuera poco el sistema de aprendizaje deja que el robot se mueva de forma eficaz por una pluralidad de superficies y, en el futuro, podría dejar que se mueven por terreno muy rocoso. Esto se debe a que el programa marcha con tanta velocidad que el robot puede amoldarse de forma continua al género de terreno.

De qué hablamos cuando hablamos de comics y ciencia.

Es bien difícil adivinar exactamente en qué pensaba Neil Armstrong cuando el veinte de julio de mil novecientos sesenta y nueve se transformaba en el primer hombre en pisar la Luna. Probablemente no pasaba por su cabeza que Tintín se le había adelantado quince años -sobre el papel, eso sí- cuando en mil novecientos cincuenta y cuatro Hergé publicó Aterrizaje en la Luna.
El historietista belga siempre y en toda circunstancia se mostró preocupado por la valía científica de sus historias, donde especificó desde un observatorio astronómico hasta la construcción de un reactor nuclear, e inclusive se atrevió a mentar la existencia de agua en la Luna, algo que la NASA no descubriría hasta dos mil nueve.

No pocos son los autores interesados en la ciencia como Hergé y que apuestan por las viñetas en el momento de difundir. El ejemplo más próximo es el de J. Bayarri (Alboraia, mil novecientos setenta y dos), autor de la Compilación Científicos, cuyo logo C2 recuerda a determinada fórmula de Einstein.

Bayarri explica a SINC el potencial del tebeo de divulgación. "El cómic es un medio puramente visual apoyado por texto. De ahí que es un medio inusual para explicar cualquier cosa, no solo a pequeños".

En su serie de cómics infantiles, Bayarri cuenta la vida de científicos tan esenciales como Darwin o bien Galileo. A fin de que estos genios pudiesen llegar al papel el dibujante decidió emplear el micromecenazgo o bien micromecenazgo, que ya le dejó publicar Darwin, la evolución de la teoría.
Con este sistema, la gente se compromete a adquirir el libro, por el que va a pagar solo si se llega a una suma que deje la edición, tal como ocurre hoy día con Galileo, el mensajero de las estrellas. Solo si recibe las solicitudes suficientes, va a ser publicado en el mes de mayo. Tras él -toda vez que se cuente con el apoyo popular- va a llegar Newton tras el verano. Y, el año próximo, van a ser Marie Curie y Einstein los que protagonicen las viñetas de Bayarri.



Si reciben apoyo suficiente, las aventuras de Galileo van a ser publicadas en el mes de mayo"Tras publicar el cómic de Darwin para festejar su bicentenario en dos mil nueve, vimos que ahí había una línea editorial por explotar. Desarrollamos el proyecto de la compilación y también procuramos hallar a alguien interesado en publicarla, mas sin éxito", comenta Bayarri.

En el primer ejemplar de la compilación, el lector acompaña a Darwin en su viaje -geográfico y personal- que lo convertirá en naturalista y le dejará desarrollar entre las teorías más esenciales de la historia de la ciencia. Exactamente, en la Compilación Científicos el rigor de los datos históricos se observa con singular cuidado. "Tayra Lanuza, doctora en historia de la ciencia y también estudiosa posdoctoral del CSIC, se hace cargo de elegir a los protagonistas y de documentarse", comenta Bayarri.

Es bien difícil adivinar exactamente en qué pensaba Neil Armstrong cuando el veinte de julio de mil novecientos sesenta y nueve se transformaba en el primer hombre en pisar la Luna. Probablemente no pasaba por su cabeza que Tintín se le había adelantado quince años -sobre el papel, eso sí- cuando en mil novecientos cincuenta y cuatro Hergé publicó Aterrizaje en la Luna.

El historietista belga siempre y en toda circunstancia se mostró preocupado por la valía científica de sus historias, donde especificó desde un observatorio astronómico hasta la construcción de un reactor nuclear, e inclusive se atrevió a mentar la existencia de agua en la Luna, algo que la NASA no descubriría hasta dos mil nueve.

No pocos son los autores interesados en la ciencia como Hergé y que apuestan por las viñetas en el momento de difundir. El ejemplo más próximo es el de J. Bayarri (Alboraia, mil novecientos setenta y dos), autor de la Compilación Científicos, cuyo logo C2 recuerda a determinada fórmula de Einstein.

Bayarri explica a SINC el potencial del tebeo de divulgación. "El cómic es un medio puramente visual apoyado por texto. De ahí que es un medio inusual para explicar cualquier cosa, no solo a pequeños".

En su serie de cómics infantiles, Bayarri cuenta la vida de científicos tan esenciales como Darwin o bien Galileo. A fin de que estos genios pudiesen llegar al papel el dibujante decidió emplear el micromecenazgo o bien micromecenazgo, que ya le dejó publicar Darwin, la evolución de la teoría.
Con este sistema, la gente se compromete a adquirir el libro, por el que va a pagar solo si se llega a una suma que deje la edición, tal como ocurre hoy día con Galileo, el mensajero de las estrellas. Solo si recibe las solicitudes suficientes, va a ser publicado en el mes de mayo. Tras él -toda vez que se cuente con el apoyo popular- va a llegar Newton tras el verano. Y, el año próximo, van a ser Marie Curie y Einstein los que protagonicen las viñetas de Bayarri.

Si reciben apoyo suficiente, las aventuras de Galileo van a ser publicadas en el mes de mayo"Tras publicar el cómic de Darwin para festejar su bicentenario en dos mil nueve, vimos que ahí había una línea editorial por explotar. Desarrollamos el proyecto de la compilación y también procuramos hallar a alguien interesado en publicarla, mas sin éxito", comenta Bayarri.

En el primer ejemplar de la compilación, el lector acompaña a Darwin en su viaje -geográfico y personal- que lo convertirá en naturalista y le dejará desarrollar entre las teorías más esenciales de la historia de la ciencia. Exactamente, en la Compilación Científicos el rigor de los datos históricos se observa con singular cuidado. "Tayra Lanuza, doctora en historia de la ciencia y también estudiosa posdoctoral del CSIC, se hace cargo de elegir a los protagonistas y de documentarse", comenta Bayarri.

lunes, 5 de octubre de 2015

El martillo de Thor. Realidad gracias a la ciencia.

Atrás quedaron los días en los que el mítico Thor era reverenciado por los pueblos norteños y germánicos. El día de hoy todos conocen a Thor, tristemente, por ser el señalado personaje de ficción admirado por su físico y fortaleza. Mas hay algo que no ha cambiado: el Mjölnir, el inmejorable martillo que únicamente puede ser levantado por él.

De la mitología a la ficción «y ahora a la realidad», deberíamos añadir, puesto que Allen Pan, un ingeniero bastante inteligente y con ganas de probar, creó su versión del martillo de Thor. Lamentablemente, no vas a poder probarlo, puesto que como el original, solo su dueño puede tomarlo.

Tal y como la espada del Rey A., que solo  podía eliminar de la piedra, Thor, personaje de la mitología norteña, ahora más conocido como el superhéroe de Marvel, asimismo era el único capaz de levantar su situación más preciada: El martillo Mjölnir.

Merced a las películas estrenadas en los últimos tiempos, Thor se hizo popular y no pocos son los que desean emularlo. Allen Pan, un ingeniero eléctrico, decidió edificar su versión del conocido Mjölnir.

Pan no requirió de superpoderes para crear un martillo con cualidades afines al de Thor, solo conocimientos en tecnología y mucho ingenio, usando magnetismo y dispositivos de identificación a través de huellas digitales.



Los desenlaces son bastante pasmosos y, la gente que lo prueba no consigue comprender porqué el martillo no es capaz de levantarse en sus manos y si lo hace en las de su dueño que, como es lógico, goza dejando confundidos a quienes no conocen su secreto.

Aquí no hay magia, superpoderes, efectos singulares o bien, como en el caso de Thor, poderes místicos. Allen Pan es tan humano como cualquiera de nosotros y, con imaginación, ingenio y conocimientos tecnológicos, consiguió crear un martillo que solo responde a su dueño.

¿De qué forma lo hizo? El martillo tiene en su interior un electromagneto que sacó de un horno microondas, con el poder de producir un campo imantado siendo activado y que tiene la suficiente fuerza a fin de que sea prácticamente imposible despegarlo de una superficie metálica.

En el momento en que una persona desea tomar el martillo, un sensor en el mango hace que se active el campo electromagnético, haciendo imposible que este salga del suelo, eso salvo que seas su dueño.

Si te interesa Thor y la Mitología Nórdica un buen libro es el del autor Bernard Cornwell Northumbria, el último reino. Aquí puede leerlo.